La clase de este lunes 3 de Abril de 2017 creo que va a quedar grabada en mi mente mucho tiempo, incluso me atrevería a decir que para siempre.
En la última hora de clase, cuando el grupo siempre es más reducido, se respira un ambiente muy familiar y en el cual, particularmente, me siento muy cómoda. En ese momento la profesora Pilar propuso hablar del dibujo infantil o seguir con los sueños. Unas semanas atrás me quedó pendiente explicar mi sueño a la clase, solo que ese día no me sentía a gusto o preparada para ello, por lo que se me presentó de nuevo la oportunidad y no quise desperdiciarla.
La situación era idónea, estaba rodeada de muchas de mis amigas y se respiraba, como he dicho antes, un ambiente increíble, por lo que propuse contar mi sueño. Pilar aceptó rápidamente la propuesta y propuso hacer una dramatización de dicho.
Para ello creamos un clima más cercano y se sentaron todos alrededor mio para que me sintiera más acogida y, entonces, comencé a explicarlo. Mientras lo contaba veía las caras de mis compañeros y de Pilar (en ese momento de la gran familia que formábamos) y me sentía ilusionada, veía que me escuchaban, que estaban entregados, que tenían interés, lo que me ayudó mucho más a compartirlo con todos ellos.
Cuando terminé de explicarlo Pilar empezó a organizar la dramatización; primeramente teníamos que elegir los elementos fundamentales de mi sueño y asignar a cada compañero uno de ellos. Para esa elección me deje llevar por es momento, por mi corazón, mis sentimientos. Cuando tenía que elegir a cada uno de ellos les miraba a la cara y hacía lo que sentía. Pero tenía que ser algo reciproco, por lo que, de manera individual, iba preguntando a cada compañero que si el quería dramatizar dicho personaje. En este pregunta debía existir un contacto piel con piel. Ese momento fue precioso porque con algunas personas sentí una conexión muy especial cuando les cogía del brazo o la mano y les miraba a los ojos esperando su respuesta, además de como sentía con cada uno ese contacto de forma diferente. Fue uno de los tantos momentos mágicos que viví ese día.
Después de eso organizamos los espacios y comenzamos con la primera dramatización, en la cual solo sentí el sueño en dos escenas particulares ya que estábamos un poco perdidos. Pero las dos escenas que sentí tan fuerte me marcaron, me hicieron sentirme tan mal como me había sentido en el sueño, además que me surgió un sentimiento como que mis compañeros me estaban protegiendo y cuidando. En el segundo ensayo todo cambió, todos mis compañeros parecía que estaban metidos en el papel y, la verdad, lo viví de una manera muy diferente, sentí el sueño , no puedo decir en su totalidad, pero si una parte muy grande. En realidad fue algo diferente y complicado que nunca había experimentado.
Para que entréis un poco más en situación y podáis comprender lo que voy a explicar a continuación, el final de mi sueño termina con que un sujeto mata a mi padre con un disparo en la cabeza. Este final tan trágico Pilar propuso cambiarlo, pero la mayoría de mis compañeros tenían que irse. Al final ella misma realizó el papel de padre y mis dos compañeras que hacían de mi ego onírico y el sujeto permanecieron en la última escena.
En este momento la escena comenzó como siempre, pero Pilar se dejó llevar por el momento y cambió el final. Estuvo mucho tiempo mirando fijamente al sujeto, ambos se miraban y yo en ese momento estaba muy tensa, no sabía lo que iba a pasar y la verdad que estaba afectada, sentía miedo. Pero al rato Pilar abrió sus manos, extendió sus brazos, se arrodilló a la altura del sujeto, cogió sus brazos y se los llevó a su cuerpo para terminar en un hermoso abrazo